3 – Mesita de noche «Nienor», 1985
Funcionalmente, al plantear el diseño de una mesita de noche, es necesario pensarla de forma que tenga un buen acceso lateral, tanto por su derecha como por su izquierda, pues se debe poder utilizar desde la cama. Para ello, la parte superior del cajón -de apertura frontal- se usa como estantería accesible desde la cama, aumentando así la capacidad del tablero de la mesita que queda por encima, desligado del cajón. Sin embargo, para poder ver sin agacharse lo que contiene esta estantería, el sobre es de vidrio.
Formalmente existen dos ideas principales. La primera desglosa el elemento que toma contacto con el suelo y con el tablero (base-capitel), y el elemento que le da altura a la mesita (fuste). Para ello se buscan soluciones constructivas coherentes entre sí: coherencia, como una de las preocupaciones dominantes. La segunda idea, partiendo de que toda la composición se proporciona a base de cuadrados -además, sus piezas son múltiplo de cuatro-, coloca un cubo central (el cajón-estantería) que permanece casi tangente a las cuatro patas: divididas a su vez en cuatro listones separados entre si para potenciar más lo aéreo y fluido del conjunto, culminando con la transparencia del vidrio, que queda aligerado visualmente al fijarlo exento y con cuatro ventosas transparentes.
Se juega con los colores principales: el gris platino con un tono ligeramente verdoso (lacado en aquel color de todas las piezas de madera, añadiendo un octavo de verde oscuro) y su contraste en verde oscuro (predeterminado por el canto de un vidrio grueso, y manifiesto en el tirador de mármol «verde Alpes» y en el esmaltado de las tres varillas de la estantería sobre el cajón). Quedan pues dos texturas básicas: la madera lacada y el vidrio transparente. Dentro de este conjunto se engarza el pequeño tirador de mármol pulido -como una piedra en el conjunto de una joya-, y unos minúsculos cristales verdes: ojos vigilantes, contrapuntos antropomórficos, que terminan de definir la elegancia sensual buscada.